Tarimas de madera de exterior

La elección de una tarima de madera de exterior depende de diversos aspectos que van desde cuestiones estéticas a otras más funcionales.

Podríamos comenzar hablando del tipo de madera a elegir, siendo en este caso las de origen tropical _ipé, cumarú, massaranduba, irocco, teka…_ las más recomendables por su propia durabilidad natural; tarimas de origen nacional por ejemplo el pino en sus distintas variantes, requieren de unos tratamientos en autoclave que garanticen la penetración en ellos de productos que impidan el ataque de agentes xilófagos, y dichos tratamientos confieren a la madera un color verdoso.

La colocación de estas tarimas se realiza previa nivelación de la base existente, mediante la colocación de unos rastreles inferiores _generalmente de pino tratados en autoclave_ que se colocan perpendicularmente a la dirección de la madera, y con una separación que dependerá del grueso de tabla pero que oscila entre los 35-45cm. La disposición de los mismos debe evitar que las uniones por cabeza de las piezas de madera queden en medio de los vanos ya que estarán sometidos a una flexión que podría provocar torceduras en las piezas.

No es el agua el enemigo principal de estas tarimas de madera, que como decíamos poseen una durabilidad natural muy alta, sino que es en muchos casos la degradación por rayos ultravioletas la que provocan el deterioro del material. El tratamiento de estas tarimas es fundamental para evitar que la madera pierda su color natural, de forma que es necesario aplicar aceite a la misma al menos dos veces al año, siendo recomendable una mayor frecuencia de mantenimiento en zonas donde las horas del sol se prolonguen en exceso, por ejemplo Sevilla.

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